En la historia de las radio hubo un tiempo inicial apasionante, de especial ebullición. El mundo estaba cambiando y avanzaba de forma vertiginosa. En pocas décadas se transformó la forma de vida de las personas: Electricidad, Teléfono, Radio… Más allá de las peleas entre inventores, patentes (Tesla, Marconi) y de la competición más mercantilista (Edison y también Marconi) es cierto que fue una época de constante innovación.
En el mundo de las radios la innovación inicial era sobre todo técnica: Primero el esfuerzo por convertir un divertimento científico en un producto masivo, que llegaría con el paso de la radio de galena a la radio con un altavoz y la aparición de las comerciales. O también cuando se eliminó la dependencia de las baterías para conectarlos directamente a la corriente eléctrica. O cuando el sonido y la sintonización mejoraron con el superheterodino… Quizá el último gran cambio se produce con la llegada del transistor para hacer las radios claramente transportables y baratas.
Pero pocos se preocuparon de otro tipo de innovación: El diseño. Siendo la radio un producto cada vez más masivo, con un tamaño respetable al principio, ¿por qué no avanzar en su estética o en la facilidad de uso? La radio debería de ser un objeto relevante en el salón de una casa, en ocasiones llamado a destacar y en otras ocasiones discreto. pero siempre fácil de utilizar. ¿Cómo se logra un excelente diseño?
Fabricantes de radios hubo cientos, miles. El éxito y la popularización de la radio quizá hicieron que la parte estética se olvidase o no se completase dentro de un diseño fácil de usar.
Pocos vieron el valor del diseño en la radio. Unos de los pioneros en innovación fueron dos amigos, Peter Bang y Svend Olufsen. Su primer producto, en 1927, fue el “Eliminator», era tecnológico. Sin embargo, ya identificaba una necesidad de uso ligada a diseño (usabilidad, comodidad) porque a un precio razonable permitía prescindir de la compra constante de baterías.
Pronto esta visión de innovación y “usabilidad” (palabra ahora de moda) se trasladó a la parte estética. Por diferentes motivos no habían preiorizado el diseño estético y recibieron cierta presión por parte de la prensa especializada de Dinamarca que criticaba la estética de Bang & Olufsen, y por eso en el año 1964 la compañía decidió apostar por el diseño y fueron pioneros en aprovechar la llegada del transistor para diseñar un equipo compacto, de baja altura y altavoces incorporados: El Beomaster 900 (diseño del arquitecto Henning Moldenhawer).
Esto supuso una revolución a la que rápidamente (como no) se apuntaron los imitadores. De hecho supuso un cambio de estética en la radio.
Unos años antes en un país cercano, Alemania la compañía Braun también apostó por el diseño, un diseño simple, funcional y duradero, y por ello en 1954 los hermanos Braun no dudaron en contratar primero al diseñador Hans Gugelot para el diseño de su gama de radios y tocadiscos. Algo que Dieter Rams impulsó posteriormente y lo consolidó en sus 40 años de diseñador en Braun (1965-1995).
La innovación en diseño (sea estético o de forma de uso) no es un slogan, sino que implica un esfuerzo y una inversion, como todo en la vida. Pero este cambio permitió a una compañía local danesa B&O y a Braun la convertirse en multinacionales. La inversión en diseñadores, arquitectos, les supuso una ventaja.
Continuando con Bang & Olufsen, a finales de los 70 diseñaron un equipo, el Beomaster 1900 y su evolución, el 2400 (diseño de Jacob Jensen) muy simple en su uso, con un cristal que se operaba casi como un ipad de hoy (salvando las distancias) y que ocultaba la parte compleja de poco uso bajo una tapa. Estéticamente vanguardista y facilitando el uso al usuario. Fue la respuesta europea y del diseño a la tecnología japonesa.
Es cierto que vemos en USA ejemplos de diseño llamativos (solo estético, de «puesta en escena») a lo largo de los años. La era “atómica” de los años 50 presenta aparatos muy atractivos, lo mismo que la época espacial posterior. O diseños comerciales interesantes, como por ejemplo la radio pequeña con forma de frigorífico que regalaba Westinghouse, o radios con forma de botella de Coca Cola.
Pero el diseño es más que la estética, por suerte, y cuando va ligado a innovación técnica o la aprovecha como el caso comentado de Beomaster 900, permite evolucionar a toda una industria.
O a más de una industria. Aunque no oculto mi preferencia por B&O, quiero volver de nuevo a Braun, compañía clave en el diseño de productos de consumo, no sólo de radios.
Una imagen vale más que mil palabras. Así que dejo el link a un video en que su diseñador clave, Dieter Rams habla del diseño (atención a sus mandamientos, tan fáciles y tan complicados a la vez) y de cómo muy pocas compañías en la actualidad piensan en hacer las cosas fáciles, usables, a la vez que bonitas. La empresa que cita al final es… como no, Apple.
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